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lunes, 17 de octubre de 2011

FEDERER: "El final no me asusta"

¿Se apaga Roger Federer?, el tenista, para conceder espacio al padre, al hombre anónimo. Se le hace raro llegar a octubre sin haber alzado al menos un 'major' o un Masters 1.000 y desbancado de los tres puestos de honor de la ATP. Hace tanto que no sucedía.
"Está siendo duro, sí, pero no me siento frustrado", declara en una entrevista con 'L'Equipe mag', la publicación semanal del diario 'L'Equipe', que no duda en calificarlo como el mejor tenista de todos los tiempos. "La temporada aún no ha terminado. Aún se me presentan retos importantes como el torneo de mi ciudad, Basilea, el Masters de Londres... supongo que llegaré con mucho apetito al próximo Abierto de Australia, y estoy convencido de que si sigo trabajando duro, ahora que me encuentro bien físicamente, obtendré la recompensa".
Suele decirse que sin grandes desafíos no se llega muy lejos en el deporte profesional. Sin motivación, mejor dedicarse a otra cosa. "Un reto es cuando quieres alcanzar o conseguir algo por primera vez. Después, compites por la diversión de ser el mejor en tu trabajo, y por la victoria, pero ya no tienes que demostrar nada a nadie", disiente Federer. "Lo que cambia en este último periodo es que no puedes contentarte con tan poco. Las dudas sobre mis capacidades crecen con cada derrota. Y ahí aparecen de nuevo los retos. Quieres demostrar a todos y a ti mismo que aún puedes ganar algún 'grande', y para eso hay que ganar a Rafa y a 'Djoko', y también a Murray, que es capaz de ganarnos a los tres".
¿Y Roger? ¿Es capaz de ganarlos a los tres? "No me queda otra", admite. "Cuando has jugado a mi nivel, no puedes contentarte con pasar el curso perdiendo en la segunda ronda cada semana. No trato de ganar a un tenista en particular, simplemente dar lo mejor teniendo en cuenta las circunstancias, porque a partir de los 30 no controlas tu carrera como con 25. Es normal. Ahora tengo una familia, y eso requiere una mejor organización que por ejemplo en 2004, cuando viajaba sólo con Mirka. Ahora cuesta más mantener el motor en marcha con dos pequeñas viajando a nuestro lado. Pero no me quejo, todo lo contrario. Me gustan estos cambios. No estoy aquí para apilar victorias, prefiero encontrar soluciones a los problemas que vayan surgiendo. Añade un poco de picante a la situación".
La rutina, enemigo universal, que no distingue entre ricos y pobres. También la teme Federer. "Trato de buscar la inspiración en lugares diferentes. Por eso estuve un tiempo entrenándome en Cerdeña y después en Suiza. También he pensado en hacer una preparación en altitud y después ir a Qatar o Dubai", comenta. Este año, por primera vez preparé el US Open en el club Grasshopper de Zúrich. También estuve en casa de Tony Roche, en Sydney, antes del Abierto de Australia. Son sacrificios. La rutina sería más fácil, pero al final, puedo decirme: '¡Menudas experiencias he tenido en mi vida!'. Eso me gusta".
Y la memoria, qué corta la del ser humano. "La gente se olvida, sí, pero luego se vuelve a hablar cuando, por ejemplo, un tipo como Djokovic hace grandes cosas", advierte el suizo. "Los medios echan un vistazo a los libros de Historia y encuentran: 'Mira, Federer ya lo hizo en 2005 o no sé cuándo'. Muchos no se acuerdan, desafortunadamente, pero a lo mejor al final de mi carrera es el momento de sacar de nuevo a la luz todo lo que he conseguido. Hablé con David Nalbandian en Cincinnati, en verano. De repente, me preguntó: 'Entre 2004 y 2006, ¿cuántos partidos perdiste?' Cogido por sorpresa, respondí: 'No me acuerdo, es tu trabajo averiguarlo'. Fueron años increíbles. Gané a 26 'top ten' y 24 finales de manera consecutiva. Siempre que llegaba a la final, ganaba. Bueno, casi siempre".
En 2011, Federer apenas suma un título (Doha), obtenido en la primera semana del año; acumula 12 derrotas en 61 encuentros, entre ellas dos finales (Roland Garros y Dubai). También se despidió de Wimbledon y el US Open, los dos escenarios capitales de su arte, tras desperdiciar dos sets de ventaja. Es hora de al menos plantearse un mundo sin la raqueta a cuestas por todo el planeta, del avión al hotel, del hotel a la pista y vuelta a empezar. "No me asusta. Empecé a pensar sobre dejar el tenis hace cuatro años", confiesa. "Después de todo lo que he hecho, podía dejarlo con la mente en paz. Cuando se acaba, se acaba. Me quedan muchos años después de mi vida como tenista. Espero conseguir muchas más cosas, a lo mejor con mi fundación o en otras cosas. Así que el final no me asusta. Tendré más tiempo para mi familia, aunque ya estoy completamente volcado en ella".
Así piensa el tenista al que muchos cederían con gusto cualquier resquicio de juventud aún presente en su espíritu para disfrutar un poco más de su genio. El adolescente desordenado y temperamental que de júnior opositaba para McEnroe en malas maneras quedará en el recuerdo como un caballero con raqueta. Él ha cambiado mucho más que su tenis. "Con 16 años me sentía inseguro, me costaba hablar con las chicas. Pero con los años, no sé bien por qué, quizás porque he conocido a mucha gente, incluido a chicas, y por estar siempre rodeado de adultos, he podido superar mi timidez. En la pista, decidí cerrar la boca un día en 2001. Después de aquello, durante un año y medio, sufrí porque me relajaba demasiado. No me sentía yo. Por eso tuve esos resultados".
El periodista concluye la entrevista con la siguiente pregunta: "Paul Annacone, su entrenador, compara su vida con una pieza de Shakespeare en cinco actos: la vocación, la victoria contra Sampras en Wimbledon, los primeros títulos de Grand Slam, la ascensión a leyenda viviente... ¿En qué consistirá el quinto acto?".
Respuesta: "Otro 'grande'. O la medalla de oro olímpica en Wimbledon. Esa medalla no la tengo todavía, pero los JJOO representan algo extraordinario para mí".

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